lunes, 7 de diciembre de 2009

Pensamientos a la deriva

El apoyo legal y político de un sindicato, con sus pros y sus contras, históricamente le otorgó legitimidad a la organización de los trabajadores. Sin embargo, en las experiencias de lucha en los call centers, los gremios se han posicionado en defensa de los intereses del empresariado, ya sea con la firma de Convenios Colectivos de Trabajo violatorios de condiciones laborales o al imprimir una dinámica de “lucha” que desarticula cualquier tipo de organización de los trabajadores.

A partir de este posicionamiento de los gremios, me interesa preguntar, ¿qué acciones y posibilidades colectivas de cambio, fuera de la lógica empresarial y de mecanismos tradicionales de participación como la sindicalización, podemos generar? ¿Qué nuevas formas de acción y lucha se pueden pensar cuando la producción se fragmenta y la fuerza de trabajo se encuentra cada vez más precaria y móvil? y también me hago la misma pregunta que se hace Gilles Deleuze “¿podrán- los sindicatos- adaptarse o dejarán su lugar a nuevas formas de resistencia contra las sociedades de control?, ¿Podemos desde ya captar los esbozos de esas formas futuras, capaces de atacar las maravillas del marketing?”

Lema

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¿Cómo soportar el dolor que causa un encuentro humano degradado a la pura repetición?, ¿y el de dos?, ¿y el de veinte por hora? Sistemáticamente producimos desencuentros, y sí, eso duele. Mucho.
No hay posibilidad de compartir tampoco con los jefes ni con los compañeros. Encerrados en este "cono del silencio", nos quejamos, soñamos transgredir, saltar el muro, recuperar la propia lógica... luego rezamos buscando una solución mesiánica, ya que tenemos la certeza de que nuestro propio esfuerzo es el más insignificante de todos.
Somos pecadores. "Se me cortó..." "Lo busqué en la intranet y no lo encontré...". "Me pasé un minuto de break porque estaba en el baño descompuesto...".
Ante el cliente. "Disculpe la demora, señora, estaba verificando la información en el sistema". "Perdón, no lo escucho... señor... si se me corta la comunicación lo vuelvo a llamar." Muy pecadores.
Soñamos transgredir pero vivimos de infracciones, obtenemos mezquinas ventajas que nos permiten arrastrarnos hasta la última llamada del día... y vivir en infracción mortifica.

¿Y si ahora nos permitimos una pequeña trasgresión? Hablemos de alguna verdad. Ustedes lo saben y yo ya no les quiero mentir: "Su reclamo no se va a resolver en 24 horas, señor, no se va a resolver nunca. No lo revisa nadie."

"A la empresa no le importa que usted haya sido un buen cliente... usted también, al igual que yo, es un número"; "le decimos los valores sin impuestos porque no nos permiten darlos completos." "Si vive en Florencia Varela no va a tener señal" " Sí, señor, esta empresa es una mierda".

O a nuestros compañeros: "A mi también me duele la cabeza" "Te vi el otro día en la facu... yo también estudio""¿Querés un mate?"

Esto se siente bien. Creo que comencé a oír mi voz, creo que pude oír la tuya... Voy recuperando mi cuerpo y mi alma y vos el tuyo... ya no me interesa si alucino, acabo de tener la certeza que existís, la tibieza de tu mano, de que cada uno de nosotros, somos muchos.

Fragmento del libro ¿Quién Habla? Lucha contra la esclavitud del alma en los call centers. Colectivo Situaciones y otros.

3 comentarios:

Administrador dijo...

Muy buen texto compañeros!!

Anónimo dijo...

A decir verdad, en sus comienzos, los sindicatos eran considerados organizaciones ilegales por ser la primera forma de organización política de los trabajadores, y no entidades externas a los mismos que sólo les brindaban su apoyo. Los sindicatos eran simplemente los trabajadores organizados contra los capitalistas. La incorporación a la legalidad de los gremios, termino medio, ha sido desplegada en forma tal de generar las denominadas burocracias sindicales, y convirtiendo a los sindicatos en organizaciones de disciplinamiento estatal-empresarial antes que en organizaciones de lucha y autogestión obrera. Este es un proceso que excede a los Call Center y que, en todo caso, no se ha dado sin resistencia. El sindicalismo revolucionario, el clasismo, el sindicalismo combativo, etc, son ejemplo de ello. Actualmente, una interesante propuesta de recuperación de los sindicatos es la del biosindicalismo. No se trata tanto de abandonar la forma sindical, sino de combinarla con otras formas a fin de generar un poder social de lxs trabajadorxs todxs (cooperativas diversas por exemplo) capaz de luchar contra la producción de la vida capitalista (ya no sólo centrada en las condiciones de trabajo). El biosindicalismo recupera y replantea esta estrategia histórica ya manifestada por las corrientes revolucionarias en el siglo XIX, cuando el mundo del trabajo se encontraba tan o más fragmentado que en el proceso productivo actual. Se verá.

Lema dijo...

Anónimo del 4 de enero de 2010: comparto que el proyecto del "biosindicalismo" o el "sindicalismo biopolítico", como nuevo tipo, no se trata de abandonar la cuestión del sindicalismo. A partir de los cambios introducidos por parte del capitalismo contemporáneo en el mundo del trabajo, y en la vida, se trata de pensar nuevas formas de cooperación, autogestión y luchas más o menos autónomas, de existencia de la fuerza de trabajo, lejos de reclamos meramente salariales. Existen una multiplicidad de experiencias de lucha y solidaridad como son las fábricas recuperadas, la autogestión de los movimientos de trabajadores desocupados, la conformación de nuevos sindicatos autónomos, etc.
El sindicalismo biopolítico tendría entonces imbricaciones híbridas, con nuevos mecanismos de participación, de producción de saberes y territorios de acciones colectivas en los cuales las diferentes formas del trabajo precario puedan reconocerse y articularse (redes, nodos interconectados) en la construcción de un horizonte común. Deberíamos reinventar el sindicalismo, con nuevas formas creativas de lucha para evitar la dispersión, la fragmentación; potenciar la autoorganización y pensar formas de lucha según las características de los territorios donde exista la precarización. Esto a su vez, lo podríamos complementar con investigaciones militantes/ participantes, apropiación de herramientas de análisis, encuestas obreras etc.
Los viejos sindicatos, o sindicatos subordinados, por su parte, parecen no querer adaptarse (¿o sí lo hacen?) a las nuevas formas de explotación y producción de valor capitalista, y niegan cualquier tipo de reconocimiento/ participación al precariado.
En un sindicalismo biopolítico, los trabajadores se reapropiarían de sus saberes y capacidades (experiencias, conocimientos, inteligencia colectiva) para evitar cualquier tipo de homogeneización, estancamiento de las acciones transformadoras, y potenciaríamos la diversidad de formas de lucha ante los constantes cambios en el mundo del trabajo, cada vez más precario. Un abrazo! Lema.